lunes, 3 de marzo de 2008

Los Clásicos del Astillero

No siempre fue “clásico” el choque futbolístico entre Barcelona y Emelec. Lo era sí en el béisbol a principios de la década de los 40 cuando Emelec juntaba a los gringos Bob Kautzman y George Capwell con los criollos Alberto Márquez de la Plata, Alvaro Párraga, Galo Yépez, Parker, Núñez, David Zevallos y Gabriel Roldós, mientras Barcelona alineaba en el diamante del Jockey Club al “Pibe” Palacios, Octavio Ycaza, Marengo, Dunn, Yeyo Jiménez, Juvenal Sáenz, Valdivieso, Octavio Chacón y Humberto Brand. Cuando se midieron por primera vez en fútbol los diarios les dedicaron poco espacio y para El Universo sólo fue un cotejo entre “vecinos de barrio”.

Barcelona había retornado a la primera categoría en 1942, luego de once años de andar por las series menores. Emelec lo hizo en 1943 después de reempezar en 1940 en la serie C cuando Walter Jouvín convenció a Capwell de resucitar el fútbol. Ambos equipos anduvieron el mismo camino ganando los torneos de la C, la B, la Intermedia y finalmente ascender. El 22 de agosto de 1943 Barcelona y Emelec se midieron en el cotejo abridor del torneo de la Federación Deportiva del Guayas. Fue la primera vez que se toparon en la era amateur. Ninguno de los dos tenía la popularidad que alcanzaron después. Tampoco eran fuerzas de respeto en el balompié porteño. Barcelona formaba con Jaime Ycaza en el arco. En la defensa alineaban Luís Jordán Luna y el peruano Juan Borjás, un trabajador que se presentó un día y dijo que jugaba al fútbol. Y lo hacía bien. Urbino Rojas, León y Federico Muñoz Medina jugaban en la línea media y en la delantera Jerónimo “Guardafango” Murillo, Pedro “Cafiuco” Villalta, José Jiménez, Alvarado y “Pingullo” García. Emelec puso en sus filas al riobambeño “Torerillo” Arias; Jaime Roura y César “Chapete” Alvarado; Sánchez, Martínez y Moreira; Morejón, Pedro Nevárez, Rodrigo “Perfume” Cabrera, Silva y el ambateño Cristóbal “Guaguillo” Salazar.

Barcelona se puso en ventaja con dos goles del “Negro” José Jiménez, uno de los grandes valores de la época de oro del club cuando se consolidó en su condición de ídolo, pero Emelec descontó casi al finalizar el primer período. En la complementaria volvió a marcar Barcelona a los 7 minutos. Emelec anotó de penal y Pedro Nevárez, dos minutos después, puso el empate. Cuando faltaba un minuto para el final, Arias salió en falso y “Cafiuco” lo madrugó para poner el 4 a 3 favorable a Barcelona. Así nacieron los Clásicos, con una victoria de los “toreros” en un partido emocionante que El Universo llamó “el partido de los postes” por la cantidad de balonazos que se estrellaron en los marcos.

Antes de un partido amistoso en 1948 El Universo llamó al choque “Clásico del Astillero” bautizando así a la más grande fiesta del fútbol nacional, pero eso lo comentaremos después. El Clásico se consolidó en 1949 en el Torneo del Pacífico. Emelec había sido campeón de 1948 y para el Torneo organizado por el propio club había traído de Argentina a Manuel Clemente Bravo y Atilio Tettamanti. Como refuerzos había pedido a Bolívar Andrade, Víctor Arteaga, Víctor Lindor y Carlos Peralta, de Norteamérica; Gerardo Layedra, de Panamá, y Jorge Izaguirre, de 9 de Octubre. Barcelona, que en 1947 había incorporado a los “cadetes” del Panamá, se había convertido en un equipo poderoso. Hacía poco que había derrotado a Alajuela de Costa Rica y empatado con Sporting Tabaco de Lima. Se midieron el 11 de mayo y Barcelona formó con Enrique Romo; Juan Benítez y Carlos “Pibe” Sánchez; Fausto Montalván, Jorge Cantos (Heráclides Marín) y Luís Ordoñez (Galo Solís); José Jiménez, Enrique Cantos, Sigifredo Chuchuca, José “Pelusa” Vargas y Guido Andrade. Emelec alineó a Félix “Tarzán” Torres; Bolívar Andrade y José Guamán Castillo; Jorge Izaguirre, Manuel Clemente Bravo y Vicente” Chento” Aguirre; Víctor Arteaga (Hugo “Puñalada” Villacrés), Víctor Lindor, Hugo Mena, Atilio Tettamanti y Carlos Peralta. Augusto “Jijí” Barreiro arbitró ese partido de alternativas increíbles. Barcelona se adelantó con goles de Jiménez, E. Cantos Y Chuchuca. Así estaba el partido hasta los 55 minutos en que se fue la luz. Cuando retornó Emelec era otro equipo. Lindor y Hugo Mena con dos anotaciones pusieron el empate. Los últimos diez minutos se jugaron con el público de pie. Para los fanáticos “toreros” lo de la luz había sido un truco para “enfriar” el partido. Se necesitaba el desquite. El Clásico había tomado su verdadera forma. Volvieron a verse el 1 de junio. Emelec había traído de Colombia a Enrique “Moscovita” Alvarez que estaba jugando en Santa Fe e incorporó a sus filas a otros dos argentinos, César “Che” Pérez y Juan Avelino Pizauri que venían de la reserva de Vélez Sarsfield. Empataron esa vez a un gol en bronco partido que afianzó la rivalidad.

El primer Clásico oficial de la historia del profesionalismo se jugó el 8 de septiembre de 1951 con arbitraje del uruguayo Luís A. Fernández. Barcelona jugó con Jorge Delgado; Benítez y Sánchez; Marín, César “Veinte mil” Solórzano y Galo Solís; Jiménez, Cantos, Rodríguez, Vargas y Andrade. Emelec puso a Alfredo Moreira; los uruguayos Manuel Collar y Luís Alberto Pérez Luz; Ricardo “Chinche” Rivero, Francisco “Colorado” Croas y Bolívar Herrera; Orlando Larraz, Mariano Larraz, Luís Masarotto, Júpiter Miranda (Carol Farah) y Oscar Luís Curcumelli. Un zurdo prodigioso como no ha habido otro, Guido Andrade, marcó el primer de los Clásicos de la era profesional a los 36 minutos del primer tiempo. “Papa chola” Solís avanzó por la izquierda y habilitó a Jiménez que venía por el centro. Este eludió a dos adversarios y levantó el balón para Guido quien la dejó caer y de sobrepique envió un balazo que batió a Moreira, entre el júbilo del público que para entonces era barcelonés en mayoría. Goles del “Mocho” Rodríguez y Jiménez, con descuento de Orlando Larraz pudieron el marcador 3 a 1.

Los Clásicos inolvidables son muchos pero por razones de espacio vamos a recordar dos. Los memoriosos no pueden olvidar aquel del 14 de noviembre de 1955. Aquella tarde el árbitro Leonardo Hidalgo bajó al centro del campo en un helicóptero y levantó una polvareda infernal. Emelec lideraba el torneo con 24 puntos y Barcelona lo seguía con 22. Fue la primera vez que se organizó una barra que encabezaban los barceloneses Oswaldo Rodríguez, Wilfredo Rumbea, Pipo Bruno, Amílcar Guerrero, Cristóbal Escala, Paul Schuller, Eduardo Servigón y el recordado Rigoberto “Pan de dulce” Aguirre. Barcelona formó con Pablo Ansaldo; Luís “Niño” Jurado, el “Pibe” Sánchez y Luciano Macías; Carlos Alume y Solórzano; Chalo Salcedo, Cantos, Chuchuca, Simón Cañarte y Clímaco Cañarte. En Emelec estaban Cipriano Yu Lee; Jaime Ubilla, Raúl Arguello y Ricardo Rivero; Galo Solís, quien fue el primer barcelonés en pasar a Emelec, y el argentino Jorge Caruso; José Vicente “Loco” Balseca, Mariano Larraz, Carlos Raffo, Jorge “Pibe” Larraz y Júpiter Miranda. Fue una gran jornada de Yu Lee y Ansaldo y el partido fue limpio y emotivo al máximo, con record de taquilla. Barcelona se adelantó con un soberbio gol de “Pajarito” Cantos a los 65 y el “Flaco” Raffo empató a los 86. Cuando se pensaba ya que el partido terminaba igualado, a un minuto del final, Cantos puso en juego a Chuchuca y éste, sobre la marca de Arguello y Rivero, cruzó el balón rasante a Salcedo que venía hecho una tromba. Sin dubitar Chalo disparó un cañonazo que selló una victoria inolvidable.

El otro Clásico histórico fue el del 26 de agosto de 1984 que arbitró Elías Jácome. Fue bello por la dinámica del juego y las alternativas del marcador. Barcelona jugó con Walter Guerrero; Flavio Perlaza, Jimmy Montanero, Tulio Quintero y Merchán; Galo Vásquez y Raymundinho; Mario Tenorio, Paulo César y Lupo Quiñónez. Emelec plantó a Israel Rodríguez; Pedro Batallas, Cáceres, Jorge Valdez y Morán; Kléber Fajardo, Páez y Tejeda; Jimmy Quinteros, Jesús Cárdenas y Paredes. Cárdenas hizo el primer gol y Raymundinho empató al andar. Apenas iniciado el segundo tiempo Quinteros anotó para Emelec y tres minutos después empató Perlaza. Faltaban siete minutos cuando Lupo aseguró el 3 a 2 a favor de Barcelona. El triunfo estaba asegurado hasta cuando el diablo metió la cola porque a los 82 minutos Oswaldo Páez puso otro empate y en el minuto 90, cuando Jácome se preparaba para pitar el final, Jesús Cárdenas hizo el gol de la victoria para Emelec en uno de los encuentros más emotivos que se recuerden.
(Marzo 11 de 1990)

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