martes, 13 de enero de 2009

Aquellos partidos inolvidables

Hay partidos de fútbol que pasan a la historia por su emotividad, su carga anecdótica, su gran nivel técnico y la entrega que los actores derrochan en la cancha para despertar el entusiasmo popular. Cada ciudad, cada país tienen un inventario de partidos inolvidables, de los que viven imborrables en la mente de los fanáticos. De esos cotejos que “los vieron todos”. De los que nadie confiesa que faltó. De allí que si hacemos la contabilidad de los asistentes a cada partido son cientos de miles de espectadores en estadios que apenas aceptan una decena de miles. Uno de esos encuentros inolvidables es el que sostuvieron el 16 de julio de 1952 dos colosos de la época de El Dorado: Cúcuta Deportivo y Deportivo Pereira. Cúcuta traía en sus filas a estrellas del fútbol uruguayo: Ramón Villaverde, quien luego triunfaría, Bibiano Zapiraín, Lauro Rodríguez, Eusebio Tejera y Shubert Gambetta, campeones Mundiales en el famoso “Maracanazo”, Julio Terra, Antonio Sacco, Zunino y Taibo. En Pereira militaban rutilantes astros paraguayos: Marcelino Vargas, César Santomé, Armando González, Ovidio Casartelli, Lorenzo Calonga, Enrique Avalos, Casimiro Avalos, Carmelo Colombo, Pedro Fernández y Ranulfo Miranda. Ambos elencos habían llegado a Guayaquil para protagonizar un cuadrangular que organizaba el Círculo de Periodistas Deportivos del Ecuador. Chocaron en un preliminar del partido entre Patria y Sevilla de España y el espectáculo que brindaron fue inolvidable. Se dieron como machos en una era en que los jugadores no habían aprendido aún el arte de teatralizar con llanto cada jugada fuerte.

Aquella noche Pereira se presentó con Vargas; Santomé y González; Casartelli, Calonga y Tomás Rodríguez; Enrique Avalos, Sánchez, Colombo, Fernández y Casimiro Avalos. Cúcuta formó con “Tenaza” Mejía; Lauro Rodríguez y Tejera; Acuña, Taibo y Terra; Zunino, González, Villaverde, Sacco y Zapiraín. Antes de los cinco minutos ya ganaba Pereira por 2 a 0 con goles de Colombo y Fernández. Herido en su amor propio Cúcuta se lanzó a una porfiada ofensiva. Vinieron entonces los instantes más emotivos que el público vivió entre aclamaciones. Zunino descontó luego de brillante tejida entre Villaverde y Sacco. Zapiraín en una avivada le robó el balón al golero del Pereira para poner el empate. Habían transcurrido 35 minutos de juego. En la segunda etapa las acciones se tornaron fuertes pero leales. Los cracks de entonces no eran de celofán como los de hoy. González puso en ventaja a Cúcuta a los 60 minutos y a los 67 Zapiraín puso el 4 a 2. El cotejo adquirió tonalidades de verdadera batalla por el empeño de los paraguayos del Pereira, alentado por el público. A los 83 minutos Pereira descontó con un cañonazo de Casimiro Avalos. El gol acrecentó el empuje de los “guaraníes” entre los vítores de los aficionados maravillados por el espectáculo. Cuando Humberto Haro hizo sonar el silbato decretando el fin de la porfía, los jugadores de ambos equipos, de pie en el centro del campo, fueron despedidos con una atronadora ovación. El 17 de julio El Universo comentó así: “El partido Cúcuta-Pereira ofreció a los millares de concurrentes al Capwell la visión magnífica de un espectáculo brioso y técnico, a la vez que brillante y emotivo, y durante los minutos de juego, que parecieron cortos dentro de la sucesión de jugadas emocionantes, el público no cesó de aplaudir a quienes se dieron por enteros a la lucha, pero, aún en el fragor de la lucha, supieron mantenerse dentro del marco de corrección que corresponde a profesionales responsables de su misión para con el equipo cuyos colores defienden, para con el rival, para con la afición”.

Otro de los cotejos que nuestra afición no ha podido olvidar fue el que protagonizaron la selección de Guayas y la selección de Colombia el 14 de julio de 1957. En el mismo Estadio Capwell de tantas bellas historias Guayas puso en la cancha a Pablo Ansaldo; Hugo Pardo (Flavio Nall), Honorato Gonzabay y Raúl Arguello (Carlos Serrado); César Solórzano y Julio Caisaguano (Ruperto Reeves Patterson); José Vicente Balseca, Enrique Cantos (Júpiter Miranda), Jorge Larraz, Alberto Spencer (Chalo Salcedo) y Clímaco Cañarte (“Pilo” Hernández). Los colombianos alinearon al legendario “Caimán” Sánchez; Moyano, Escobar y Caicedo; Reyes y Viáfara; Paneza, Arango, Gutiérrez, “Maravilla” Gamboa y Carrillo. La visita anotó por Carrillo a los 18 minutos y el “Pibe” Larraz empató a los 25 por una falta penal de Viáfara a los 25 minutos. A los 63 minutos Arango puso en ventaja a los “paisas” pero volvió a surgir la figura extraordinaria del “Pibe” Larraz. Cinco minutos después de la anotación colombiana Solórzano cortó un avance y puso el esférico en profundidad para Larraz. Jugando a gran velocidad el menudo ariete penetró en el área y burló a Caicedo y Escobar. El “Caimán” salió a cortar pero Larraz lo eludió para un costado. Se recuperó el golero pero Larraz volvió a gambetearlo para entrar al arco con el balón y poner el empate. A los 674 minutos el habilísimo “Pilo” Hernández descontó a Viáfara, entregó el balón al “Loco” Balseca y éste puso otra vez en juego al incontrolable Larraz que se filtró entre los zagueros burlando a tres de ellos. Escobar quedó en el piso y el “Pibe” lanzó un terrorífico zurdazo que Sánchez vio pasar como un cometa que se coló por el ángulo superior izquierdo. Nadie ha podido olvidar esos goles ni la gran victoria de nuestra selección celeste y blanco frente a los mejores jugadores colombianos de aquella época.
(Julio 15 de 1990)

1 comentario:

Anónimo dijo...

me siento orgullozo de ser sobrino nieto de casimiro avalos