sábado, 16 de mayo de 2009

La muerte de Tito Simon y K.O. Pacheco

A fines de 1925 llegó a Guayaquil el joven boxeador profesional peruano Juan Humberto Pacheco. Sencillo, dotado de aceptables condiciones y una generosa dosis de valor, jamás imaginó que sería protagonista de hechos que luego recogería la historia del deporte guayaquileño y que su nombre sería recordado por siempre por factores ajenos a su pura habilidad combativa. A poco de llegar se fajó con el principiante Kid Lombardo en el ring del Teatro Victoria, venciéndolo. Después hizo tablas tres veces y cayó en igual número de peleas ante los puños de hábil Lombardo. Con el recio quiteño Soldier Jurado registró una victoria, un empate y una pérdida y llegó a empatar con El Hombre de la Gorra Luís Llaque. Fue luego a Panamá junto a Kid Shadow y al nacional Roberto Quiñónez, quien peleaba con el estrambótico apodo de Kid Recoveco. Para el 28 de febrero de 1926 se anunció su combate frente al mejor púgil porteño de la época: Manuel de Jesús Ferreccio, conocido en el ambiente de los puños como Tito Simon. En el ya desaparecido coliseo del American Park, con un lleno total, el ascendente Tito Simon encaró valientemente su pleito frente al recio pegador peruano al que ya se conocía por su apelativo de K.O. Pacheco. Apenas sonó la campaña salieron presurosos de sus esquinas los boxeadores y luego de breves finteos Pacheco descargó sobre la barbilla de Tito un terrible golpe de derecha que provocó la caída, como fulminado por un rayo, del ya famoso boxeador porteño. El árbitro Martín Zevallos empezó a contar pero Tito se levantó y pareció haberse recuperado del percance.

El golpe de Pacheco fue fatal para las aspiraciones de Tito Simon. Empezó a lucir descontrolado y sin defensa. El peruano se fue sobre la humanidad del guayaquileño quien, en instintivo alarde de pundonor, buscaba a su rival descargando golpes sin destino. Los rounds siguientes transcurrieron en medio de la desesperación de la afición y de la esquina de Tito que trató de retirarlo sin éxito. A la altura del octavo asalto ya nada quedaba del brillante fistianero. A poco de iniciado el asalto, luego de un violento intercambio de golpes, Tito cayó, se levantó y sin que medie golpe alguno volvió a caer. Manolo Vizcaíno, su mentor, arrojó la toalla y Simon fue llevado en andas a su esquina. Al no reaccionar se decidió llevarlo a la Clínica Guayaquil donde fue atendido. Pacheco visitó la habitación de Tito pero éste se hallaba inconsciente. El peruano miraba con profundo rival a su adversario y amigo que luchaba ahora contra la muerte. A las 3 de la mañana del 1 de marzo murió Tito Simon provocando la primera desgracia en los cuadriláteros porteños.

Pacheco retornó a Lima donde reanudó su carrera. Se midió con Kid Capitán por el cetro pluma de Perú y perdió en apretada decisión. Luego protagonizó dos épicos combates con el famoso Kid Lamparito. Un poco saturado del boxeo retornó a Guayaquil y se radicó en Ancón como obrero de la Anglo y entrenador de boxeo. Sus manos fueron modelando a una de las grandes figuras profesionales: Roberto Lowndes o Kid Roberts como se lo conocería luego. A mediados de 1931 llegó al puerto Augusto Martens, otro buen púgil peruano, que debutó venciendo a Crisólogo Cox. El 6 de julio se midió en el American Park con su compatriota K.O. Pacheco. La pelea fue durísima. Martens apeló a recursos ilícitos golpeando repetidamente en la nuca a Pacheco quien quedó en una ocasión “soñoliento y medio ebrio”, como comentó Cayetano, columnista de El Universo el 10 de julio. Pacheco perdió por nocaut técnico y la pelea dejará sus huellas conduciéndolo a un trágico final.

El 20 de agosto de 1931 llegó a Guayaquil el chileno Luís Guillermo Orrego, conocido como Kid Langford, un viejo conocido de la afición porteña pues había enfrentado a Jurado, Llaque, Lombardo y el mismo Pacheco. Pronto se pactó un combate entre Langford y el peruano para el 13 de septiembre en el ring del American Park, como preliminar de la pelea entre el español Martín López Oroz y el peruano Max Aguirre. Bajo las órdenes del referee guayaquileño Manuel Suárez Pareja subieron los peleadores para hacer un primer asalto en el que Pacheco hizo sentir su jab mientras Langford buscaba acortar distancias. Pacheco cayó por resbalón pero al reincorporarse mandó a la lona al chileno. Se fajaron luego como bravos y el final señaló ventaja para Pacheco. En el segundo round un violento cross de Pacheco envió otra vez a Langford al piso. Este se reincorporó y fue como tromba en busca de su rival. Hubo un duro intercambio de golpes y cayó esta vez Pacheco hasta la cuenta de ocho. Cuando se levantó ya estaba vencido. Resistió algo el fuerte castigo de Langford pero volvió a caer hasta la cuenta definitiva. En la lona Pacheco no reaccionó. Fue llevado a su esquina y de allí al Hospital Militar. Luego fue conducido a la Clínica Guayaquil donde se confirmó un grave colapso cerebral. El peruano fue desahuciado por los doctores Armando Pareja Coronel, Pedro Bellolio y Antonio Parada y el interno Eduardo Alcívar Elizalde. Pacheco, en su cuarto, empezó a luchar débilmente con la muerte, velado por su second Cruz Avila. En la madrugada del 15 de septiembre falleció Juan Humberto Pacheco. El periodista, Dr. Francisco Rodríguez Garzón, en gesto humanitario, prestó su casa para velar al peruano. A su entierro concurrió una multitud dolida por el desenlace trágico del combate. Erogaciones sirvieron para pagar los gastos de inhumación del cadáver del valiente boxeador caído en el mismo ring en el que, seis años antes, sus puños habían terminado con la vida de Tito Simon. Informaciones posteriores revelaron que Pacheco padecía de pleuresía, úlcera de estómago y otros desórdenes. Los médicos que hicieron la autopsia dictaminaron que el estado de Pacheco era tal que cualquier esfuerzo inferior al de boxear le hubiera traído fatales consecuencias. Un caballero inglés radicado en Ancón reveló que cuando Pacheco se preparaba para la pelea en el campamento minero fue tumbado por su discípulo Kid Roberts tres días antes del combate y sufrió pérdida del conocimiento, convulsiones y vómito. Se cerró así un capítulo amargo del boxeo guayaquileño. Un diario dijo el día del sepelio: “Van sus huesos a descansar cerca de los de Tito Simon, cosa que seguramente no pensó Pacheco en toda su vida”.
(Septiembre 23 de 1990)

1 comentario:

LOLA dijo...

SU NOMBRE ME ES FAMILIAR...MI PADRE LO ESCUCHABA POR LA RADIO.

LOLA CIENFUEGOS